sábado, 10 de enero de 2015

YA NO ME GUSTAS

("Taura". v.a.)


YA NO ME GUSTAS
No me gusta cuando me haces callar
porque no estoy ausente y no quiero estar…

¡No me gusta que me violes!
¡No me “lo busqué”!
¡No me “lo merezco”!
¡No me gusta que me acoses!
Me enfermas, me asqueas.
No me gustan tus “piropos” y me agota tu estupidez. 
Tus burlas hieren mi conciencia
Tus chistes a mis espaldas destripan tus doctrinas de liberación.
El desprestigio de mis ideas y mi ser, devela tu cobardía.
Nos cotizas como mercancías,
obtienes ganancias.
Nos vendes
nos intercambias
nos clasificas.
¡Ya no me gustas!

Tu alegría masculina se yergue sobre el dolor de mis hermanas.
El hielo de tus palabras congelan cualquier beso que alguna vez te quise dar.
No te creo cuando dices que te gustan "tanto” las mujeres…
No te creo porque veo el odio surgiendo desde el color de tu sonrisa…
Te veo, te huelo, radiografío tu apetito por los otros hombres…
…(ese deseo que escondes como un pecado que no te deja vivir).
¡No me gusta tu homofobia!

No quiero oír que “me ayudas en casa”,
es mentira, no me ayudas  porque ese no es “mi” trabajo.
No quiero leer tus discursos de “género e igualdad”
son tinta muerta en todas tus revoluciones y gobiernos populares al mayoreo.
No puedo ni oír siquiera la palabra “autonomía” en tus “planes y proyectos”.
Garabateas mientras te apropias de mi útero, mis crías y mi fuerza con tus leyes y matrimonios.
¡No me gustan tus gobiernos!

No quiero que prediques tu "enorme generosidad"…
que eres distinto…
que tú no oprimes…
porque con esa ostentación sólo niegas tus privilegios
los mismos que constituyen mi opresión…
Los niegas, los escondes, pero los gozas instituidos y “naturales”.
¡No me gusta tu institución!

Ya no me gustas.
Aprendí a abstraerme de ti;
no te busco, no te sirvo, no te agrado.
Aprendí a ejercitar mis palabras,
y ellas crecieron más certeras que tus golpes.
No me dejo, no coloco la otra mejilla, no me callo la boca.
Aprendí a amar a otras mujeres
(Y no lo escondo porque no es pecado, ni me importa que lo sea).
Te expulsé de mi lecho
Aprendí a no depender de ti
Soy propia, dependo de mí.
Tú ya no me gustas.
victoria aldunate, enero 2015  

LO PEOR, NO SOMOS NOSOTRAS…

(Grupo de teatro Catalejo. Escena de la obra: "A quién quiera escuchar". Foto: v.a)


LO PEOR NO SOMOS NOSOTRAS…*
 “¿En serio no crees que soy lo peor?”… 
Ayer en la noche nos abrazamos con mi hermano en el colchón en el suelo en que debe dormir, y volví a sentir que soy lo peor… La peor hermana, la peor madre. Lo peor de lo peor. Doy puros problemas… ¡Pobre de mis hijas! ¡Pobre mi hermano que nunca he podido protegerlo como debiera!
El José, mi hermano, está viviendo en la casa de la Bernarda, mi hermana. Mi cuñado aceptó recibirlo porque el José ya está rehabilitado y trabajando, pero no le pone cama: “¡En el suelo no más!”, le dice.
En la mañana mi cuñado vino y me pateó para que me despertara: “¡Ya pa afuera! ¡Y no te quiero ver por acá de nuevo!“, gritó. Mi hermana le rogó que no me echara altiro, pero él le dio una mirada que me heló la sangre. Fue como ver a mi padre... Me paré rápido de ahí. Vi a mi hermano apretar los puños, pero no pudo hacer nada, no tiene donde vivir.

Llegué ahí porque el José fue anoche a buscarme a la calle, él también ha sido adicto y sabe cómo es. Entonces me llevó a la casa de mi hermana porque no tiene otro lugar. “¡No metas bulla por favor Rosa pa que el Mario no te cache!”, me dijo la Bernarda. “Ni una taza de té puedo darte, porque se puede despertar”.
Yo tiritaba y el José me abrazó para que no tuviera tanto frío y me dijo: “¿Qué vamos a hacer hermana?”. Y yo en vez de responderle, lloré y lloré... Sentí que en ese colchón volvíamos a ser niños temblando de miedo... Me dieron ganas de consumir...

Cuando chicos nuestro padre le pegaba siempre a él, le decía que era un huacho feo. Cuando mi padre ya iba a llegar a la casa el José se orinaba y comenzaba a tiritar y mi mamá nos acostaba. Teníamos una sola cama para dormir todos los hermanos. El José se ponía siempre cerca de mí porque yo le cantaba esa canción: “Duérmete niño, duérmete ya…”. Cuando sonaba la puerta, yo trataba de esconderlo con mi cuerpo para que mi padre no lo encontrara, pero me lo arrancaba, lo sacaba a patadas de la cama y lo golpeaba hasta que lo dejaba ensangrentado… 

Cuando el José cumplió 12 años, no hubo ningún festejo, al contrario, nuestro padre le pegó doce palos en las manos. Sus deditos sangraban, mi mamá imploraba y parecía que mi padre más le pegaba… el José estaba orinándose, aterrorizado y mi padre fue pegándole lento, de golpe en golpe, uno por cada año… Le dijo que le pegaba por haber nacido. Luego agarró a mi mamá y la arrastró de los pelos al baño, cerró la puerta y escuchamos que ella dijo “¡No, por favor, no!” y nada más… Mis hermanas gritaban en la puerta del baño: “¡Mamita!”… Pero mi padre jamás se compadecía… Cuando él salió del baño se fue a la calle sin mirarnos siquiera. Entonces la vimos, hecha un ovillo en el suelo, al lado del excusado, llorando silenciosa...

Así me quedé yo anoche luego de que los dos tipos me violaron. Me acerqué a pedirles una pasta y me dijeron que pasara. Cuando entré al ruco sentí algo malo… si parece que el pecho me avisaba, pero me quedé, no podía aguantarme... Tenía una luca no más. Cuando ya llevaba cinco, uno me dijo: “¿Tenis más plata?”. Le respondí que no. “¡Ya!”, me gritó, “¡arriba entonces!”. Como yo no me paraba, me agarró del brazo y me tiró contra la pared; me subió la falda, me sacó los calzones y comenzó a violarme. Yo le rogué “¡No, por favor, no”… imploré igual que mi mamá le imploraba a mi padre (pero cuando ellos quieren hacernos esto, no paran)... Me violaron por turno, varias veces los dos, después me echaron a empellones de su ruco. Caminé como pude, tiritando y me senté en una plaza... De repente me di cuenta que estaba llorando, tenía la cara mojada, las lágrimas me daban frío… Y me dije: “Yo me lo busqué”… “Soy lo peor”… Ahora siento asco, me siento la mujer más sucia aunque me bañe mil veces…

“¿Tú de verdad crees que no me lo merezco?”…

Desde chica he sentido que no debí haber nacido. Ahora siento que debería morirme, pero que soy muy cobarde para matarme… Mientras mi marido me insultaba hace unos días, mi hija me gritó: “¡Muérete vieja puta, no llores, no hables, no quiero oírte ni verte, debían matarte!”. Ella está en la Universidad, en tercer año de su carrera profesional y también piensa que yo soy lo peor y yo me digo que quizás tiene razón…
¿Para qué estoy viva si soy una drogadicta?… lo peor... porque ser mujer drogadicta es hasta peor que ser hombre drogadicto… son ellos los que nos violan a nosotras… La gente me mira con mucho desprecio. Hay quienes me han dicho que es más feo una mujer que un hombre, y nadie entiende por qué no me aguanto de consumir. En el consultorio me dan remedios porque dicen que soy depresiva, yo me tomo los remedios, me aguanto unos días y vuelvo a consumir.

¿Sabes? Yo ni sé andar en el metro; no sé hacer un trámite, mi marido dice que soy la peor dueña de casa, que mi madre nunca me enseñó. Es que yo, igual que ella, no sé leer ni escribir. Mi hija se ríe de mí por ignorante. Su padre siempre ha hecho chistes por esto de que yo no puedo ni anotar un teléfono. Las niñas, de chicas se reían con él, pero ahora sólo la del medio, la universitaria, se sigue burlando de mí... La mayor no y la menor no se mete.
Mi hija mayor está casada. Ella, pobrecita, llora cuando me ve mal: “¡Mamita!”, me dice, “¿por qué usted salió así?”… Me acompaña al consultorio esperanzada de que yo cambie. Se arriesga por mí, porque tiene cinco niñitos y el marido se enoja mucho si sabe que se junta conmigo. Mi yerno también cree que yo soy lo peor. “Tu mamá ya no tiene arreglo”, le dice, “tenis que estar en tu casa con tus hijos, haciendo las cosas y no andar con la vieja esa”… Ella tiene que salir escondida de la casa… porque ¿qué haría ella si él la deja sola con cinco niñitos?... Yo le digo: “Mijita, váyase no más, que no la pillen que anda conmigo”… Y me da tanta pena ser lo peor y que a la pobrecita le tocara justo esta madre que soy yo...

“¿En serio no crees que soy lo peor?”…
  
*Relato basado en el testimonio de una mujer atendida
victoria aldunate, terapeuta feminista.